París dio un paso trascendental en la movilidad urbana europea con la inauguración del teleférico Câble C1, considerado el más largo de Europa en su categoría. Este sistema, que recorre cinco kilómetros, se inauguró oficialmente el sábado 13 de diciembre de 2025 y conectó los barrios de Créteil y Villeneuve-Saint-Georges, al sureste de la ciudad, zonas históricamente identificadas entre las más alejadas del centro parisino. Este innovador medio de transporte redujo el trayecto entre ambos puntos a solo 18 minutos, frente a los 40 minutos usuales en autobús o coche.
La puesta en marcha del Câble C1 se inscribió en la estrategia de modernización del transporte urbano impulsada por la ciudad. Para su realización, fue necesaria una inversión total de 138 millones de euros, lo que lo convirtió en una de las iniciativas más destacadas en materia de infraestructura del último tiempo. Se trató del séptimo teleférico urbano en Francia y el primero en su tipo en el área metropolitana de París.
El desarrollo del proyecto demandó diez años de planificación, en los cuales resolvieron múltiples desafíos administrativos y técnicos. Valerie Pecresse, jefa de la región Île-de-France, describió este proceso como “una carrera de obstáculos de 10 años” al Telegraph, según recogió la misma fuente.
La infraestructura cuenta con 105 cabinas, cada una con capacidad para diez pasajeros, y diseñaron el sistema para transportar hasta 11.000 personas al día. El recorrido aéreo mejoró la conectividad entre barrios y también proporcionó acceso directo a la línea 8 del metro, facilitando la integración plena de los residentes de zonas periféricas al resto de la red de transporte público, según Timeout. De esta manera, el teleférico alivió la presión sobre los servicios terrestres y contribuyó a una movilidad más eficiente y sostenible.
El impacto de esta innovación ya se percibe en la experiencia de los habitantes. Salimatou Bah, residente de Limeil-Brévannes, expresó: “Este es un gran avance en términos de transporte. Las carreteras suelen estar congestionadas por la mañana”, enfatizó sobre el beneficio en el ahorro de tiempo y la reducción del tráfico, tal como consignó la fuente citada.
Bah también mencionó que, aunque algunos vecinos manifestaron dudas iniciales, confió en que la adaptación será rápida y positiva para la comunidad.
La accesibilidad tarifaria constituyó otro punto relevante del sistema. Bastó con presentar un boleto de autobús o un pase válido para el metro para utilizar el nuevo teleférico, lo que facilitó la integración de tarifas y promovió el uso combinado del transporte público, según Timeout. Este detalle resultó esencial para los usuarios habituales del sistema, que pudieron incorporar el teleférico a sus rutinas sin costos adicionales ni trámites engorrosos.
La llegada del Câble C1 también despertó interés y curiosidad entre los parisinos, generando debates sobre su impacto a largo plazo y el potencial de replicar la iniciativa en otras áreas metropolitanas del país. En particular, la discusión giró en torno a la posibilidad de que el teleférico se convirtiera en un modelo para futuras intervenciones de movilidad urbana en Francia y el resto de Europa.
Desde un punto de vista urbanístico, el teleférico representó una alternativa innovadora ante las limitaciones del espacio y el crecimiento de la demanda de transporte. El diseño de la obra buscó minimizar la huella ambiental y el impacto visual, integrándose de manera armoniosa al paisaje urbano y priorizando la sostenibilidad. Las autoridades locales destacaron que el sistema opera de manera silenciosa y eficiente, utilizando tecnología de última generación.
Con su inauguración, París reafirmó su papel como referente en soluciones de movilidad sustentable y urbana. El Câble C1 se perfiló como una pieza clave para mejorar la calidad de vida de los habitantes y fomentar una ciudad más conectada, eficiente y moderna. Sin radares, ni comunicación por radio, el sistema ofrece un trayecto seguro y fiable, consolidándose como uno de los proyectos de transporte más ambiciosos de la década.
Aunque aún es temprano para medir el alcance total de su impacto, la expectativa es que el teleférico se integre de manera natural a la vida cotidiana, transformando la experiencia de desplazamiento en la capital francesa.


